Si existe un
secreto detrás de los grafitis en el subway de Nueva York, se debe a la semiótica
que Keith Harring descubrió en la Escuela de Artes Visuales, donde entendió que
las imágenes podían funcionar como palabras, y podían hacer parte de un leguaje,
como palabras en una oración, el significado de cada símbolo depende de cómo es
combinado con otros símbolos, así las pinturas que realizó hacen parte de un
tejido semiótico con esencia universal y atemporal, trasmitiendo significados y
formas que toda las culturas pueden entender e interpretar.
En la obra de Keith
el énfasis está en la línea, existe complejidad, asimetría y no hay proceso de
bocetaje, la pieza comienza en sí misma y se termina así mismo, sin ninguna
preparación.
Keith comenzó a tratar asuntos de la sociedad contemporánea, a mediados
de los 80 el crack representaba un peligro para los jóvenes marginados, por
esta razón Keith realizó una serie de intervenciones en murales junto con toda
la comunidad, debido a su interés por comunicarse con la juventud y las minorías.
Con el ascenso de su carrera sintió la
responsabilidad de hablar de asuntos que afectaba la vida y a la sociedad. Keith
consideraba que el rol de un artista en toda sociedad era el papel de
antagonista, así debía estar en contra de todo lo que afectara a la vida y a
las personas.
Para Keith pintar era un acontecimiento de transformación,
de vida y muerte, un lugar donde objetos, líneas, colores y formas
experimentaban catarsis (purificación emocional, corporal, mental y religiosa).
Para él todos estos componentes eran transmutados en orden para experimentar
una tempestad de impulsos personales, sociales, eróticos y místicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario